José Guerrero (Granada, 1914 – Barcelona, 1991) está considerado como uno de los más destacados artistas españoles de la segunda mitad del siglo XX, no sólo por el relevante papel que jugó dentro del expresionismo abstracto americano en los años cincuenta, sino también por su influencia en la evolución de la pintura de los años setenta y ochenta.
Esta exposición presenta una selección centrada en las últimas etapas de su obra, las que arrancan a principios de los setenta. Se inicia entonces un período marcado por la experimentación y por la ejecución de una pintura más construida, más “arquitectónica”, fruto de la cual vería la luz la que sería su serie más conocida en España, las Fosforescencias. Desplegadas a partir de un elemento de uso cotidiano (los estuches de cerillas), la estructura compositiva elemental de la serie se construía con elementos verticales centrados en el lienzo y coronados por una forma semicircular (que, además de remitir a las cabezas de las cerillas, pronto asumió otras resonancias iconográficas: asas de bolsas, arcos, nichos, etc.).
Conforme avanzaba la década de los setenta, las cerillas y los arcos-nichos fueron desapareciendo para dar paso a enormes campos de color tan sólo tensados por alguna línea, en los que los bordes y las fronteras entre una forma y otra cobraban más y más importancia. Los años finales de los setenta y los inicios de los ochenta son de gran presencia artística y social de Guerrero en España. Se produjo entonces un “redescubrimiento” de su obra que terminó por convertir al pintor en un símbolo para buena parte de la crítica y de los artistas de la llamada generación del “entusiasmo pictórico”. Recientemente se han valorado sus últimos años, que también fueron los de la enfermedad que fue minando su salud, como los de un último periodo, muy característico. Los cuadros pintados entonces parecen regresar en cierto modo al espíritu algo simbolista de su primer lenguaje abstracto. Juan Antonio Ramírez ha apuntado: “Me gusta ver en estas obras una batalla personal por la inmaterialidad, la superación definitiva de las texturizaciones que le obsesionaron en la primera etapa ‘clandestina’ de su carrera. Son ‘pinturas de concepto’. Guerrero, liberado al fin en un trasunto de luz y de color, todo ligereza, parecía querer pintar las mismas cosas que había cantado el poeta Jorge Guillén, que pasó también los últimos años de su vida junto al mar”.
- Fechas: 22 de Julio al 6 de Septiembre de 2009
- Lugar: Centro José Guerrero
- Organiza: Centro José Guerrero