Este curso iniciamos la temporada de exposiciones con una muestra del proyecto en el que David Jiménez viene trabajando desde 2016 en torno a la ciudad de Roma, en el que el fotógrafo aplica a la ciudad su indagación acerca de las relaciones invisibles que operan secretamente en todo aquello que es, en apariencia, inmediato y reconocible.
Los estratos que forman ROMA son más numerosos de los que suscita, en una lectura superficial, la literalidad de sus modelos arqueológicos o de los restos de la cultura material en general, pues hay en ellos un proceso de descontextualización y de reordenación no demasiado alejado del que actúa en cualquier museo, que debe hacer convivir, al exponer sus fondos, a extraños compañeros de sala. Los procesos de combinatoria y de simultaneidad alimentan este trabajo de David Jiménez, en el que reverbera una poderosa imagen, la de la Roma simultánea que Sigmund Freud desgranó en El malestar en la cultura: «Supongamos ahora, a manera de fantasía, que Roma no fuese un lugar de habitación humana, sino un ente psíquico con un pasado no menos rico y prolongado, en el cual no hubiere desaparecido nada de lo que alguna vez existió y donde junto a la última fase evolutiva subsistieran todas las anteriores».
El proceso creativo de Jiménez confía ante todo en el resultado de la combinación de fotografías más que en la imagen individual. El modo en que unas se acompañan a otras y alteran sus respectivos significados está en la base de un método de trabajo en el que priman la disgregación, la agregación, la recomposición y, sobre todo, la búsqueda simultánea de la armonía y la disonancia, de la discordancia y la consonancia. Anida en ROMA el deseo inalcanzable de restablecer una continuidad perdida en algún punto de la historia o en alguna oquedad de la memoria personal. Pues para el fotógrafo nada existe por sí mismo, sino sólo en relación con todo lo demás.
La sala de la planta baja está ocupada por una instalación en vídeo que supone toda una declaración de intenciones del trabajo de David Jiménez. Sus imágenes se presentan de manera desnuda, en dos conjuntos que recogen, a distintos ritmos, sendas líneas de trabajo: en uno de ellos, creemos asistir al deambular del fotógrafo por la ciudad, pero en un recorrido discontinuo, cargado de elipsis, detenciones y aceleraciones. Al estar formado por fotografías compactadas en un vídeo, éste trae a la memoria el cine amateur, el metraje encontrado que nos narra un viaje de un modo fragmentario y misterioso, incompleto. Y es precisamente ese enigma el que se acentúa en el segundo vídeo, que en unos puntos se acompasa con el primero, en otros se independiza, como si las imágenes quisieran unirse pero también disgregarse.
En la planta primera se presenta un conjunto de fotografías distribuidas en dos líneas paralelas incompletas; unas ocupan la pared mientras otras se apoyan en un zócalo sobre el suelo, algo que recuerda los spolia, elementos arqueológicos reutilizados en ulteriores construcciones o que pueblan hoy patios, jardines y zonas exteriores de museos. La combinación sugiere la doble naturaleza material y evanescente de la fotografía de David Jiménez, acentuada por las relaciones entre unas piezas y otras, que se complementan o divergen, se contradicen o se completan. Aquí se presenta además un conjunto de obras de menores dimensiones en el que reverbera la imagen de un puzle incompleto, de una ruina a la que faltan piezas, así como un mural que remite al proceso de trabajo de David Jiménez: impresiones a pequeño formato con las que trabaja manualmente, testimonio del meticuloso proceso que ha dado lugar a esta exposición.
En la planta segunda nos encontramos con un ritmo muy distinto; se diría que se aspira a una cierta ordenación de las piezas, con imágenes aún más descontextualizadas y donde se acentúa el nuevo contexto que crean unas para otras, así como lo que interesa al fotógrafo del arte del pasado: no su literalidad sino aquello que pasa desapercibido, heridas del tiempo y gestos que alteran su significado a través del encuadre de la cámara y del diálogo con otras imágenes.
Como conclusión, David Jiménez invita a pensar en el modo en que los restos del discurso, de la cultura, anidan en todas partes, pero en ningún lugar como en Roma se activan de un modo tan automático ni brindan asociaciones tan sobrecargadas de significado. La extraña y sorprendente convivencia de estratos, velocidad, vitalidad y pasado se quintaesencia así a través del lenguaje fotográfico, forzado hasta sus últimas consecuencias, entendido como un territorio cargado de posibilidad.
Carlos Martín
Comisario de la exposición
- Fechas: Desde el 26 de septiembre de 2024 al 12 de enero de 2025
- Lugar: Centro José Guerrero
- Organiza: Centro José Guerrero. Diputación de Granada
- Comisariado: Carlos Martín
- Colabora: Centro Andaluz de la Fotografía. Junta de Andalucía