El efecto Guerrero es una expresión que acuñó Juan Manuel Bonet para referirse a la descarga de energía, la deflagración cromática y la determinación y precisión simple de la forma que Guerrero trajo a la pintura española.

El influjo de su obra en la generación de los años setenta es un hecho reconocido por sus miembros más relevantes. De hecho, un lugar común es la trascendencia dada a la exposición Fosforescencias, que tuvo lugar en la galería Juana Mordó en el año 1971, muestra que marcó un antes y un después para los pintores abstractos y también, aunque con una proyección diferente, para alguno de los figurativos madrileños. Durante veinte años, su ascendiente sobre los pintores en activo o sobre muchos de los que iniciaban su andadura fue permanente. Se extiende, incluso, hasta artistas hoy muy jóvenes.

La exposición describe, y a la vez explora, ese amplio territorio, así como el envés de esa propuesta, es decir, el cómo y el porqué fueron precisamente los pintores que irrumpieron en la escena española en los primeros años setenta quienes más fácilmente entendieron y compartieron, si no los principios y criterios, sí el proceder y el estilo de quien cabe llamar “el amigo americano”.

El catálogo, diseñado por Andrés Mengs, y en el que colabora el poeta José Carlos Rosales, es una monografía que resume y ordena a la vez las entrevistas mantenidas por el comisario con una treintena larga de personas y con la totalidad de los artistas participantes, muchos de los cuales narran por primera vez su relación con el artista, la influencia recibida y su estela en la pintura española del momento.

  • Fechas: 26 de enero al 16 de abril de 2006
  • Lugar: Centro José Guerrero
  • Organiza: Centro José Guerrero
  • Comisariado: Andrés Mengs