Se presenta aquí toda la obra de los años 50 de la que se compone la colección del Centro José Guerrero, datada de 1950 (año de su llegada a los EE.UU.) a 1957, y que da cuenta en conjunto de este rico periodo de su obra: un periodo de transición, abandono progresivo del lenguaje figurativo y experimentación formal y técnica.

Finalizando la década de los cuarenta, después de un itinerario formativo por la Europa de posguerra, fue haciéndose evidente en el trabajo de Guerrero una marcada tensión entre dos lenguajes o modos de visión difícilmente compatibles: uno arraigado en la necesidad del suelo figurativo y otro decididamente abstracto. Esa tensión pareció querer resolverse en Lavanderas (1950). Por entonces, Guerrero ingresó en el prestigioso Atelier 17, donde, además de aprender las técnicas del grabado con Stanley William Hayter, se reencontraría con un vocabulario formal que ya pudo haber conocido en CentroEuropa. En efecto, en los años treinta artistas como Hans Arp, Willi Baumeister y sobre todo Joan Miró (que precisamente pasó más de una temporada en el Atelier 17) popularizaron lo que se conocería como abstracción biomórfica, que algunos años después conoció una poderosa influencia en los trabajos tempranos de la primera generación del expresionismo abstracto: Baziotes, De Kooning, Rothko, etc.

La crítica encontró pronto unos anclajes “étnicos” para el artista. Se trataba de apoyar de algún modo a aquel recién llegado, y quienes desearon favorecerlo lo hicieron por la vía que les pareció más prestigiosa y razonable sacando a colación la procedencia hispánica del autor. La pintura de aquel granadino injertado en América se veía en un terreno fronterizo, entre el apego a su identidad y un lenguaje personal, sin vínculos temáticos de ninguna clase. Esta oscilación va a perseguir a Guerrero durante toda su carrera y podría formularse como una especie de ecuación: cuanto más española se ve su obra, más restos temáticos se perciben en la misma; y al contrario, cuanto más norteamericano se le considera (o simplemente internacional), más puramente abstracto parece su trabajo.

La primera serie importante de cuadros en este estilo data de 1953-1954. De ella se exponen, Signos, Ascendentes, Sombras y Black Followers. Las formas entre biomórficas y sígnicas que despliegan rimaban perfectamente con el ambiente plástico neoyorquino, en el que pronto encontraron acomodo. De hecho, expuso esas obras en la galería de Betty Parsons.

  • Fechas: 19 de julio al 9 de octubre de 2011
  • Lugar: Centro José Guerrero
  • Organiza: Centro José Guerrero