El melodrama adquirió sus características específicas a finales del siglo XVIII. La monarquía francesa había otorgado patentes reales solamente a algunos teatros oficiales, siendo éstos los únicos que podrían representar obras con textos verbales. Los teatros restantes, más próximos a la burguesía y al proletariado emergentes que a la aristocracia, tenían prohibido hacer uso de la palabra, de modo que comenzaron a servirse de recursos como la exageración de los gestos y la abundancia de melodías y efectos especiales, cristalizando así un nuevo lenguaje escénico. Tras la Revolución el veto se levantó, pero los nuevos usos dramáticos habían tenido tanto éxito que su estética del exceso ya no se abandonó.

Esta estética fue después adoptada por la industria cinematográfica. La estrategia de la exageración fue adaptada por el nuevo sistema audiovisual y contribuyó a crear un universo formal fácilmente accesible para las masas. La imaginación melodramática había encontrado su lugar propio, aunque a costa de cargar con el estigma del mal gusto. Ahora bien, desde que la distinción entre buen y mal gusto empezó a desmoronarse con posmodernidad, lo melodramático ha vuelto a explotarse por numerosos artistas, que exploran sus procedimientos característicos para expresarse de manera excesiva.

Melodrama es una exposición que recoge esta actitud. Participan en ella 34 artistas que trabajan en distintos campos de la creación. No todos son melodramáticos por elección, intención o juicio. Pero todos reconocen las posibilidades del género, y, sea por simpatía o por un proceso crítico, utilizan a propósito técnicas melodramáticas para conseguir sus fines.

  • Fechas: 17 de octubre de 2002 al 19 de enero de 2003
  • Lugar: Centro José Guerrero y Palacios Condes de Gabia
  • Colabora: Centro José Guerrero