Intervalos negros, 1971

(…) pudiera parecer el más «fosforescencia» de todos los cuadros de este período. Literalmente ha pintado, a escala gigantesca, una tira de cerillas tal como se presenta en su estuche. Pero el espectador enseguida se encuentra atraído por la disposición del pigmento en la superficie del lienzo; una dispersión que provoca, por dejar oportunamente el soporte, un mundo seductor por sus tonalidades cambiantes.

JULIO JUSTE

Solitarios, 1971

En un plano simbólico, incluso espiritual, el arco o el óvalo significan refugio, promesa de protección, amparo y seguramente por eso resultan especialmente queridos por alguien tan emotivo como Guerrero.

MARÍA DOLORES JIMÉNEZ-BLANCO

Black Arches, 1970

Después de varios años, durante los cuales he sentido la libertad del expresionismo abstracto en América, busco ahora mayor construcción, mayor claridad y formas más concretas que antes. Estoy descubriendo por todas partes estas formas: en columnas, pilares, vallas, montones de madera junto a los muelles, empujes verticales, tensiones horizontales, cruces diagonales. Recientemente me han fascinado las líneas paralelas de las cerillas. Juntas o separadas forman modelos ordenados y rítmicos. Para mí constituyen infinitas variaciones sobre un mismo tema.

JOSÉ GUERRERO

Paisaje horizontal, 1969

En la obra que aquí realiza durante los últimos años sesenta es donde se consolida lo que cabe llamar el sistema Guerrero. Es entonces cuando comienza a concederle gran importancia a los bordes, a las fronteras, a las zonas en que unos colores coexisten con otros. Es entonces cuando se percata definitivamente de que, más que la acción propiamente dicha –que todavía la va a haber—lo que le interesa es que el color fluya, que la pintura respire, que el cuadro sea como un ring de boxeo, tensado por los cuatro costados, vibrante, luminoso, cargado de energía.

JUAN MANUEL BONET

La brecha de Víznar, 1966

(…) transparente alegoría, en ocres, grises, rojos y negros, del asesinato de Federico García Lorca, cuadro que empezó a pintar en Nueva York y terminó en Madrid, y que versionaría en dos ocasiones sucesivas (1979-1980 y 1989).

JUAN MANUEL BONET

 

La versión de 1966 es como la imagen de una herida que sangra. Es un acercamiento, la visión primera del lugar de una tragedia, frente a la que no cabe sino el desgarro irreparable del dolor y la fractura. No hay recomposición posible porque el dolor es demasiado cercano e intenso.

SANTIAGO B. OLMO

Aurora gris, 1964

Cuando me pasaban los balones a mí se me escapaban siempre, porque yo estaba mirando la Alhambra, el paisaje de la Sierra, y los perdía todos, nada más que pensando en el color y en la belleza de aquel paisaje.

JOSÉ GUERRERO

Arco, 1964

Cuando volví a Granada hablé mucho con mi madre sobre todas las cosas de mi niñez que me habían impresionado…, los muertos y los nichos…, y ya la idea del arco ese…, ya la tenía como muy clara…

JOSÉ GUERRERO

Black Ascending, 1962-1963

Yo ya había pintado algunos cuadros semiabstractos en Europa, pero la verdadera abstracción surgió allí, en contacto con aquellos pintores que habían hecho una revolución tan grande que ni los europeos podían entenderla.

JOSÉ GUERRERO

Albaicín, 1962

Sobre ese tejido supersticioso de profecías y emblemas ancestrales que constituye el fondo de la pintura de Guerrero a mediados de los cincuenta se desplegarán ahora los gestos. Los movimientos rápidos de la mano que sorprenden al propio pintor, gestos cada vez más visibles, que animan toda la superficie de la tela, hasta amenazar la legibilidad de los signos.

GUILLERMO SOLANA

Grey Sorcery, 1962

Su visión del paisaje ha sido por lo general alusiva y elíptica, concentrándose en elementos muy sutiles utilizados como referencias de evocación. En cierta manera, se establecía una tácita complicidad en clave con el espectador y recurría a movimientos tangenciales, asociativos e incluso simbólicos. Los títulos desempeñaban la función de primera evocación, para luego desplegar otras herramientas más pictóricas que situaran al cuadro más allá del tema.

SANTIAGO B. OLMO