Hipnotizar a hipnotizadores puede ser engañoso. La colección del Centro vista por los artistas. Chelo Matesanz

El diálogo entre las obras de José Guerrero y las últimas producciones de Chelo Matesanz se nos presenta, por infinidad de razones, como la crónica de un encuentro anunciado. Después de sus series en torno a la deconstrucción de las prácticas pictóricas ligadas a la abstracción más gestual, básicamente encuadradas dentro de la tradición norteamericana de la primera mitad del s. XX, llegó el momento de volver su mirada sobre la sintaxis plástica de una de los referentes esenciales de nuestra historia más reciente.

Los Dalton

Los Dalton es un proyecto que surge de la colaboración entre Miguel Fructuoso, María Sánchez y Miguel Ángel Tornero. El punto de partida se centra en el daltonismo, la alteración visual que provoca dificultad para percibir los colores. Esta diferencia perceptiva permite a los artistas reflexionar sobre la empatía y la exclusión, lo raro y lo común, el individualismo y la colectividad mediante una serie de ejercicios formales y conceptuales en relación al color para constatar que todo puede ser cuestionado.

Cuando Miguel Ángel Tornero y María Sánchez iniciaban conversaciones sobre la temática de esta exposición conocieron que su amigo y pintor Miguel Fructuoso acababa de ser diagnosticado con daltonismo. Esta causalidad inició una intensa colaboración entre los tres que utiliza la complejidad en la búsqueda del consenso sobre el color como ejercicio formal para, a la vez, cuestionar incluso las convenciones más universales.

Partiendo de esta idea, los autores consideraron que el diálogo con la colección del Centro era un contexto que enriquecía enormemente la propuesta. El uso del color es un aspecto central en el comjunto del trabajo de Guerrero. Por esta razón, establecer un diálogo con sus obras a partir de piezas que parten del daltonismo, la percepción cromática y elc onsenso en torno al color podía ofrecer tanto un acercamiento original a la producción de Guerrero como un marco incomparable desde el que ampliar el proyecto original de Los Dalton y dotarlo de nuevos significados. Así, a las obras inicialmente  concebidas se sumarán a una serie de piezas que toman como punto de partida algunas obras de Guerrero, así como el contexto arquitectónico del Centro.

Todos los museos son novelas de ciencia ficción

Todos los museos son novelas de ciencia ficción nace de un reto: el Centro José Guerrero le propuso al escritor Jorge Carrión que convirtiera su espacio en una ficción literaria. Era mediados de 2019 y el autor había terminado de escribir su novela Membrana, que imagina un Museo del Siglo XXI, inaugurado en 2100 y diseñado por inteligencias artificiales. Pero en vez de adaptarla, decidió crear un epílogo, un extenso relato que le diera una vuelta de tuerca a la ficción, a través del diálogo entre un ser humano y una voz o ser llamado Mare, que podría ser un algoritmo del futuro. Y a través, también, del diálogo con el arte contemporáneo que explora nuestra relación con la biología y con la tecnología.

El resultado es esta muestra que se puede leer (o escuchar) como una novela especulativa. Esta experiencia inmersiva. Esta obra de literatura que se expande por las paredes y los suelos de un museo real del siglo XXI.

La literatura de Carrión, que tiene a Marta Peirano y Fernando Cucchietti como autores invitados, conversa en las salas del centro con el diseño gráfico de Fernando Rapa, el cómic experimental de Roberto Massó y obras en lenguajes diversos de Barcelona Supercomputing Center, José Guerrero, Kate Crawford, Luis Graça, Vladan Joler, Robert Juan-Cantavella, Alicia Kopf, Justine Emard, Marta de Menezes, Joana Moll, Saša Spačal y Mirjan Švagelj.

Un proyecto atrevido, cosmopolita e innovador. Como diría Mare: ¿No es cierto?

GUERRERO/VICENTE

Esteban Vicente. Untitled.1972 . Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente

El Centro José Guerrero coproduce, en colaboración con el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente, el proyecto expositivo Guerrero/Vicente, una muestra organizada por Acción Cultural Española en colaboración con el Museo de Bellas Artes de Asturias.

Desde el 4 de octubre hasta el 12 de enero de 2020 podremos disfrutar de una cuidada selección de obras de los dos únicos artistas de origen español que pasaron a formar parte de una de las corrientes artísticas más importantes del siglo XX: el Expresionismo Abstracto Americano.

Es una ocasión irrepetible para conocer de primera mano a la vez a estos dos grandes pintores que siempre han sido tratados por separado, a pesar de las coincidencias que pueden encontrarse a lo largo de sus trayectorias respectivas. Paralelismos que no sólo se refieren a sus carreras sino que se extrapolan a las circunstancias personales: los dos vivieron sus etapas iniciales en Madrid y París, se casaron con mujeres de nacionalidad estadounidense y se establecieron definitivamente en Nueva York.

La exposición se compone de más de sesenta obras de distinto formato y en diferentes soportes cuya procedencia es variada, ya que se cuenta con numerosas piezas que provienen de colecciones particulares, así como con préstamos de algunas de las principales colecciones públicas españolas: Museo Nacional Reina Sofía, Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, Patrimonio Nacional, Museo Patio Herreriano o Colección Banco de España.
Además de sus obras, se presentan tres piezas de dos grandes maestros para los protagonistas: Joan Miró y Juan Gris.

La selección de obras se ha estructurado poniendo el foco en tres etapas bien diferenciadas.

La primera se retrotrae a los inicios figurativos de ambos artistas, con una selección de sus paisajes.

La segunda, en torno a los años 50, estudia la importancia que tuvo la experimentación sobre papel para adquirir los nuevos códigos abstractos, y se complementa con un conjunto de óleos sobre lienzo de esa década.

La tercera etapa refleja cómo los dos artistas alcanzan la madurez en la producción de los años 70, dejado atrás el expresionismo abstracto para dar paso a obras que desarrollan los campos de color.

 

 

Jose Guerrero. Blanco, rojo y azul.1978. Museo de Arte Abstracto de Cuenca

 

La exposición, cuya itinerancia termina aquí en Granada, se ha presentado en los siguientes centros:
Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente, Segovia: del 30 de enero al 2 de junio de 2019
Museo de Bellas Artes de Asturias, Oviedo: del 20 de junio al 22 de septiembre de 2019

La muestra se complementa con la edición de un catálogo que cuenta con un texto principal de Inés Vallejo, primera estudiosa de las dos figuras simultáneamente, en el que lleva a cabo una aproximación de las distintas etapas creativas que se suceden en la vida de ambos, así como aportaciones de Juan manuel Bonet, José María Parreño y Guillermo Solana.

Ruido Blanco. La colección del Centro vista por los artistas. Joaquín Peña-Toro

Las salas del Centro José Guerrero acogerán durante los meses de verano la quinta muestra de la serie La Colección del Centro vista por los artistas. En esta ocasión, el pintor Joaquín Peña-Toro (Granada, 1974) ha seleccionado un conjunto de piezas de Guerrero para establecer un diálogo de los procesos creativos del maestro con los de su propia obra, lo que en ambos casos está representado con diferentes técnicas y soportes. De José Guerrero se exhiben ocho lienzos, cuatro obras sobre papel y una serie de veinte collages; en cuanto a Joaquín Peña-Toro, presenta seis obras sobre lienzo, otras tantas sobre papel, cinco pinturas sobre tabla y tres serigrafías.

Ruido blanco

La obra en papel que conocemos de José Guerrero se intensifica a finales de los años setenta en un formato íntimo que emplea, con gran libertad, diversos materiales de modo simultáneo. Coincide con el desarrollo de la etapa que Juan Antonio Ramírez denominó neoabstracta o de pintura-pintura, iniciada hacia 1975. En concreto, la serie de bocetos sobre papel cuadriculado fechada en 1977-1978 contiene una gran variedad de soluciones formales que, como una batería de posibilidades, desarrolla el lenguaje presente durante toda esta época. El trabajo con diferentes tipos de papel, ya sea charol opaco en unos casos o seda translúcido en otros, materializa las masas de color que luego serán producidas por brochazos.


José Guerrero. Sin título, c. 1990. Óleo y gouache sobre papel, 76 x 56,5 cm . Colección Centro José Guerrero

 

La configuración formal generada por Guerrero en estos bocetos con papel queda supeditada a los bordes producidos por el rasgado: amplios en su dibujo, imperfectos en su definición y disidentes de la rectitud. Gestos que se delimitan con la geometría perpendicular de un marco dibujado por lápices de color, con varios efectos: la imposición de límites monumentaliza la figura de las manchas (otorgando una escala a estos recortes); subraya, por contraste, la irregularidad de sus límites y, por último,  potencia el significado de los intersticios entre la presencia del color y las (futuras) aristas del soporte. Ramírez lo describe así: «Enseguida se evidenció que la gran preocupación de Guerrero en esta etapa era tensar (y distender) la relación entre las zonas de color, vagamente geométricas, y los bordes».

 

Las piezas presentadas en esta exposición por Joaquín Peña-Toro dialogan con estos procesos creativos de José Guerrero. Subrayan que el uso del papel para abocetar las manchas (que Guerrero transformaría en pintura) condiciona la composición final establecida en los cuadros. El propio artista afirma:

«Estoy especialmente interesado en los cuadros de pintura-pintura de José Guerrero. La mezcla de rigor compositivo con su libertad para mantener los gestos marcados en el lienzo, sin repaso, que mantienen la energía y tensión del momento de pintar. Casi podemos escuchar las cerdas de la brocha en un recorrido recio sobre el grano de la tela. He querido dialogar con estos procesos de Guerrero y contrastar los planteamientos abstractos con la presencia de imágenes figurativas que, en mi caso, se alojan en pliegues producidos por los gestos de pura pintura.

 

En la figuración que practico me demando exactitud pero soy consciente de que esa rigidez debe ser contrarrestada con las huellas propias de la pintura. La geometría compone mi trabajo pero me zafo de sus imposiciones congelando su forma: cubro los bordes de la zona que pintaré (la tarea de ese momento, como si fuera un fresco) de modo que, en lenguaje médico, preparo un campo quirúrgico. De este modo, trabajo gestual y despreocupado con el vocabulario que más identifico con lo pictórico. Una vez completada la tarea, descubro los bordes y la forma queda intacta… pero conteniendo un infinito murmullo. Se escucha, al fondo de la figuración, el ruido de la pintura».

 

INTRUSOS. LA COLECCIÓN DEL CENTRO VISTA POR LOS ARTISTAS: ANDRÉS MONTEAGUDO

Esta exposición es la cuarta del ciclo La Colección del Centro vista por los artistas. Con Intrusos, el artista granadino Andrés Monteagudo pone en dialogo su propia obra con obras de José Guerrero.

 

El proyecto parte de la observación de los espacios marginales de la arquitectura: de las grietas, agujeros y fisuras que se producen en los elementos estructurales y constructivos. El artista, convertido en un intruso que indaga en lo que sucede en estos espacios, que se van modificando con el tiempo, traza un paralelismo con la estructura constructiva de las pinturas de Guerrero, creada a base de elementos materiales y sensoriales que igualmente van acusando cambios con el paso del tiempo. Monteagudo invita al espectador a ser también un intruso u observador de la obra artística, así como a sentirse observado, en un juego que consiste en la invasión de los espacios respectivos.

Dieciocho colores para un ensayo. La Colección del Centro vista por los artistas: Paloma Gámez

Dieciocho colores para un ensayo es la tercera entrega de la serie La Colección del Centro vista por los artistas. La protagoniza Paloma Gámez (Bailén, 1964), cuya obra, tras veinte años de carrera, se caracteriza por su metódico y constante trabajo con el color, por su análisis, sus experimentos de formalización, el estudio de su percepción e incluso por las propuestas de renovación a la hora de exponerlo. Naturalmente, no está sola en ese empeño; por el contrario, se inscribe en una tradición que incluye grandes nombres internacionales, y tiene en José Guerrero a uno de sus protagonistas históricos. Pero además de compartir el interés por el color, para explicar la génesis de la exposición hay que sumar que Gámez, como colaboradora del Centro, es una gran conocedora de la colección del granadino.

Para su propuesta ha elegido un conjunto de obras en las que el color, ya desde el título, construye la forma, una cuidada selección de guerreros que presenta en la planta primera. En la planta baja, titulada 84.084 mililitros de color, la pintura parece haber resbalado de los lienzos sujetos al bastidor y atravesado el techo para caer al suelo, sobre el que han ido sedimentando las capas sucesivas hasta conformar curiosas esculturas cuya única materia es esa: la pintura, que también en este caso construye la forma, pero no extendiéndose en el lienzo, sino depositándose en un molde. En la segunda planta, titulada 420.367 segundos de color, en vez de la materia el protagonista es el espíritu del color: la pura luz, a cuyo despliegue asistimos y en cuyas ondas nos sumergimos, siguiendo una sucesión y atendiendo a unos tiempos que se corresponden con las proporciones de cada croma en los cuadros. En la última planta, 120.316 centímetros cuadrados de color, contemplamos una bonita síntesis de continente y contenido: los colores que habitan el Centro, los de Guerrero, se disponen como lentes, filtros o ventanas a través de los que mirar Granada, simbolizada en las cresterías de la Catedral. El conjunto es un ejercicio que aúna el análisis riguroso con la inspiración más feliz, para ofrecer un diálogo original entre la esencia de la pintura (de Guerrero): el color, y la de la arquitectura: el espacio. Un ejercicio que expande la pintura mucho más allá de los límites del cuadro y aúna otros medios: escultura, instalación, vídeo, materia, tiempo.

FACBA 17. Jacobo Castellano y Albert Corbí

EL Centro José Guerrero presenta las exposiciones

SOBRE BULAS, JUEGOS Y BRECHAS, de JACOBO CASTELLANO

 

y
MODIFICACIÓN DEL HORIZONTE, DE ALBERT CORBÍ

 

FACBA es un programa cultural impulsado por la Facultad de Bellas Artes de Granada que llega este año a su novena edición. Lo hace expandiendo su alcance gracias al apoyo de los responsables y personal técnico del Área de Artes Visuales de La Madraza. Centro de Cultura Contemporánea, el Secretariado de Bienes Culturales de la Universidad de Granada, la Asociación Ongoing, el Centro José Guerrero de la Diputación de Granada, la Concejalía de Cultura y Patrimonio del Ayuntamiento de Granada, la Fundación CajaGRANADA y la Fundación Caja Rural. Esta red de colaboración institucional ha permitido redefinir la orientación inicial de FACBA y multiplicar el programa, que tiene ahora una dimensión mayor que desborda la Facultad de Bellas Artes, su marco original de celebración. 

FACBA 2017 propone como eje conceptual vertebrador de sus proyectos el siguiente: “Emancipación, perspectiva e intervención. Hacia una investigación artística”. Las líneas estratégicas fundamentales son  la observación y comparación de fuentes historiográficas presentes en archivos y bibliotecas, el desarrollo de planes para la conformación de colecciones y fondos alternativos a partir de los ya existentes, el impulso de proyectos a través de la colaboración con instituciones destinadas a la investigación científica y humanística, y el tratamiento creativo de los procesos científicos. El resultado se concreta en las propuestas de seis artistas que se expondrán en diferentes enclaves culturales de la ciudad de Granada. Tres de ellas han sido elegidos directamente por el comisario de FACBA 2017, Juan Jesús Torres. Son Jacobo Castellano y Albert Corbí, que comparten espacio expositivo en el Centro José Guerrero, y David Escalona, que presenta una colaboración con la escritora Chantal Maillard en la Sala Capilla del Hospital Real. Las otras tres propuestas, seleccionadas por convocatoria abierta, suponen una oportunidad para jóvenes artistas de irrumpir en el entramado cultural de la ciudad. Las pinturas de María Dávila se muestran en el Museo CajaGranada, la investigación de Juan Carlos Aguilera se despliega en la Sala Zaida de Caja Rural y la relectura de Carmen Oliver en torno a la doble figura de Elizabeth Blackwell ocupa la Sala Gran Capitán que gestiona la Concejalía de Cultura y Patrimonio del Ayuntamiento de Granada.

De esta manera se cumple uno de los objetivos generales que se trazaron en esta nueva etapa de FACBA: la apertura de las formas de expresión artísticas desde la academia al público general, en un intento de superación de la distancia entre las dos esferas, con la firme idea de acercar posturas y propiciar la presencia real del arte en la sociedad a la que se dirige.

Podéis ver la presentación de FACBA’17, de la mano del comisario, Juan Jesús Torres en el siguiente vídeo:

En este otro, Jacobo Castellano nos habla de su proyecto

Raja y grieta. El aire en Guerrero. La colección del centro vista por los artistas: Jesús Zurita

La Colección del Centro Guerrero se exhibe de nuevo al público a partir del próximo 7 de julio tal como nos la presenta, en esta ocasión, Jesús Zurita. El artista establece un particular diálogo entre su propia obra, compuesta en su mayor parte por grandes murales pintados para esta exposición, con una singular muestra de la obra de Guerrero, con la cual compone a su vez grandes murales que generan encuentros plásticos insólitos.

Jesús Zurita reflexiona sobre esta convergencia pictórica: «Puedo decir que he estado y he permanecido intensamente en la obra de Guerrero. He comprendido que sus composiciones participan de la estructuración trémula que supo vislumbrar en Rothko. La vibración está en su totalidad y en sus partes, en el poder de la masa incontestable y en los pequeños resquicios en los que descubrimos la imprimación original del lienzo. Pero la composición de Guerrero no tiembla como condición previa al hundimiento. Su casa se mantiene porque asume sus rajas y sus grietas. Forman parte de su ingeniería. Guerrero pinta con rajas y grietas». En el encuentro con su obra se crea algo: «Un vínculo. Es el aire turbado que conecta los huecos de nuestras vísceras con el palpitar de los huecos que bullen en la pintura a través del hueco que separa nuestro cuerpo del lienzo. Cerrando los ojos podemos incluso oír resuellos. Una respiración compartida. Aire que viene y va».

Pintura en voz baja. Ecos de Giorgio Morandi en el arte español

La muestra explora la recepción en nuestro país de Giorgio Morandi (Bolonia 1890-1964), un artista cuya obra trasciende la misma piel de la pintura casi sin pretenderlo. Su voz susurrante se instala en una verdadera poética del silencio, concitando afectos y entusiasmos en sensibilidades artísticas de la mayor diversidad y riqueza, a lo largo de varias generaciones de artistas españoles en parte aquí reunidos. Un recorrido que se pretende más conversacional que sentencioso: un camino abierto; un punto de encuentro al abrigo de un legado generoso y fecundo.

Aunque desde posturas alejadas entre sí, Giorgio Morandi compartió con José Guerrero una misma persistencia en la pintura. Una resistencia contumaz que, en el caso del segundo, explica una de las líneas de actuación del Centro a él dedicado: la que atiende a las modulaciones de la pintura actual, con independencia de su adscripción a una u otra corriente.

Obras de: Giorgio Morandi, Alfredo Alcaín, Fernando Almela, Juan José Aquerreta, Ángel Bados, Nati Bermejo, Joan Cardells, Javier Codesal, Gerardo Delgado, Juan Manuel Díaz-Caneja, Marcelo Fuentes, Miguel Galano, Jorge García Pfretzschner, Joan Hernández Pijuan, Carmen Laffón, Jaime Lorente, Antoni Llena, Fernando Martín Godoy, Santiago Mayo, Pedro Morales Elipe, Teresa Moro, José Miguel Pereñiguez, Gerardo Rueda y Cristino de Vera.

 

Una exposición producida con la colaboración del     logo-ministerio_red