LA EXPOSICIÓN INVISIBLE. OBRAS SONORAS DEL SIGLO XX

Algunos artistas han sentido la necesidad de prescindir de la componente visual de su trabajo. Esta exposición trata de esbozar un mapa con los resultados de esa necesidad. No se trata de encontrar situaciones en las que la imagen se cruce con el sonido o viceversa. Tampoco de una exposición de Arte Sonoro. En el arte contemporáneo, como en la cultura audiovisual, el oído está unido a la vista casi tan indisociablemente como el paladar al olfato.

Lo que esta exposición intenta es reunir un conjunto de obras que hacen que el ojo se vuelva hacia adentro (para usar una antigua metáfora socrática) a partir de una vibración. El fundamento de La exposición invisible se encuentra en la búsqueda de tres ejes de referencia en el arte de nuestros días: la espacialidad, la narratividad y la transversalidad entre el campo auditivo y el campo visual.

Las artes visuales se han propuesto, a lo largo del siglo XX, el establecimiento de una permanente presencia del desvío, del transporte o de la fuga. También recurriendo al uso de la voz, nos transportan a otros lugares o situaciones. El sonido instaura espacios o los convierte en otros lugares, utopías. Su vivencia pasa a estar totalmente condicionada por un elemento que, sin ser visual, ocupa el espacio, empujando al espectador a tomar conciencia de que su cuerpo está siendo moldeado en sonido, tanto física como emocionalmente.

Este Museo, por ello, no está vacío. Lo que lo llena no se ve, pero está ahí.

LOS COLEGIOS EXPONEN

“Yo creo que hay que empezar con los niños y llevarlos a los museos y enseñarles poco a poco en las escuelas.”

Estas palabras de José Guerrero (Granada, 1914 – Barcelona, 1991), uno de los más destacados artistas plásticos españoles del siglo XX, nos permiten presentar, desde una perspectiva eminentemente educativa, el Centro José Guerrero de la Diputación de Granada, que como toda institución museística se constituye a partir de dos elementos básicos: una colección –la del Centro– que conservar, exhibir e investigar, y unos públicos a los que hacérsela llegar –especialmente los de la provincia– en cuanto interlocutores imprescindibles sin los cuales la institución perdería parte fundamental de su razón de ser.

Estas consideraciones han hecho que, desde su inauguración en el año 2000 y a partir de su Programa de Difusión, el Centro José Guerrero haya ido enriqueciendo su relación con sus distintos visitantes –más de 33.000– con propuestas como la que ahora presentamos. “Los colegios exponen” es una actividad que, con periodicidad anual, se dirige al profesorado –y paralelamente al alumnado– de Educación Infantil, Primaria y primer ciclo de Secundaria Obligatoria, interesado en abordar plástica y colectivamente en el aula un tema curricular o al margen de éste, para –tras una previa selección– exponerse durante el mes de septiembre en las salas del Centro conjuntamente con la Colección del mismo.

Con esta propuesta pretendemos extender al ámbito de la propia escuela el vínculo ya existente –a través de las otras actividades de nuestro Programa de Difusión– entre la comunidad educativa de la provincia y nuestro Centro de Arte, apoyando una “práctica artística” vinculada a la contemporaneidad y representativa de una educación plástica y visual que, ajena a la obsoleta referencia del “trabajo manual”, esté en sintonía con una de sus aportaciones más significativas: la de ser uno de los instrumentos más útiles para una comprensión plural y transversal de las distintas materias que integran el diseño curricular del sistema educativo.

Como resultado de todo ello hemos podido contar, en esta primera convocatoria, con la inestimable colaboración de unos docentes –asiduos a nuestro programa educativo– que con sus respectivos alumnos han trabajado plásticamente, desde el nivel de Educación Infantil, la obra pictórica de José Guerrero (en la Escuela Infantil Municipal Arlequín), las estaciones del año (en el Colegio de Educación Infantil y Primaria Jardín de la Reina), los animales fantásticos (en el Colegio Público Juan Pablo I de Valderrubio) y la pintura de acción o gestual (en el Colegio Público San José). Finalmente, un grupo de 6ª de Primaria de la Escuela Alquería, ha dado “forma” a distintas informaciones sobre violencia política recogidas en la prensa escrita.

Iniciamos, pues, una nueva andadura dentro del programa educativo del Centro José Guerrero de la Diputación de Granada, al dar visibilidad expositiva en nuestro espacio museístico a una parte del trabajo plástico que profesores y alumnos vienen desarrollando, cada curso escolar, en las distintas aulas de la provincia.

LAOCOONTE DEVORADO. ARTE Y VIOLENCIA POLÍTICA

David, Goya, Gericault, Delacroix, Picasso, Richter…, el asunto de la violencia política ha sido reiteradamente abordado por artistas de los siglos XIX y XX. La denuncia, el testimonio, la crudeza descriptiva, el intento de comprensión… han sido fórmulas habituales de acercamiento a estos hechos. La subversión, como vía para el desplazamiento violento de quienes ocupan el poder político, y la represión como medio de usar la fuerza para mantenerse en ese mismo poder, han sido objeto de numerosas reflexiones artísticas a lo largo de los dos últimos siglos; sus circunstancias y consecuencias, también.

Abordar esta cuestión puede ser poco amable. Sin embargo, es muy necesario hacerlo. Desde el punto de vista de una institución cultural, como es este centro de arte contemporáneo, hacerlo es una obligación ética, máxime cuando tanto silencio incomprensible e incomprensión silenciosa rodean el asunto en el ámbito público. No en el ámbito público político, a donde se traslada la virulencia en forma de verbalidad agresiva y donde el problema no se termina por resolver, sino en las demás esferas sociales.

El museo es el lugar desde donde otras voces pueden oírse, donde otra suerte de acercamientos pueden darse, desde donde otras luces pueden proyectarse, a partir de la la teralidad que ocupa el artista. No se trata de hacer propaganda, ni de adoptar posicionamientos a favor de esto o aquello, ni describir el horror que todos podemos imaginar en torno a este espinoso asunto (aunque no se niega que también esto puede darse), sino de conocer otras formas de pensamiento, pensamientos artísticos, sobre esos hechos en los que unos seres humanos mediante el uso legítimo y legal o ilegítimo e ilegal de la fuerza pretenden cambiar las ideas de otros seres humanos, haciendo que se comporten no tal y como piensan, sino tal y como pueden llegar a ser obligados a hacerlo.

Desde muy distintos puntos de vista y mediante muy diversas técnicas, artistas como Bill Viola, Marina Abramovic, Antony Gormley, Leon Golub, Mona Hatoum, Krzysztof Wodiczko, Annika Larsson, Rudolf Herz, Antoni Muntadas, Francesc Torres, Txomin Badiola, Juan Luis Moraza, Santiago Sierra, entre otros más, hasta un total de treinta y cinco creadores, facilitan en Laocoonte devorado la posibilidad de que resuenen otros ecos, que escuchemos otros timbres de voz y, sobre todo, que se democratice un debate necesario (habitualmente secuestrado por el miedo u otros motivos) con la participación del mayor número de individuos, en este caso, los artistas.

COLECCIÓN GRANADA DE FONDO

En 1988 la Diputación inició, con más entusiasmo que medios, un conjunto de actuaciones para dotar a Granada de infraestructuras culturales permanentes y rigurosas en relación con las prácticas artísticas actuales. Además de consolidar el uso del Palacio de los Condes de Gabia como espacio expositivo dedicado a lo contemporáneo, puso en marcha un programa destinado a acrecentar su patrimonio artístico. En principio se trataba únicamente, lo cual ya era mucho, de adquirir obras de artistas granadinos que por aquellas fechas no tenían ninguna presencia en colecciones públicas de la ciudad (cuando en cambio ya estaban representados en museos nacionales e internacionales), de modo que las primeras obras adquiridas fueron de José Guerrero, Manuel Rivera y Manuel Ángeles Ortiz. Pero tras esos pasos iniciales era necesario definir los criterios que inspirarían las adquisiciones posteriores.

Se trataba de crear una colección verdaderamente singular, diferente de otras muchas que en el resto del país se iban configurando con diferentes criterios. La Diputación quería una colección temática compuesta por obras que estuvieran relacionadas entre sí y que tuvieran un hilo conductor que las pusiera en comunicación, una colección que tomando Granada como pretexto (su historia, sus mitos, su paisaje, sus personajes, su realidad social, cultural y política, sus contradicciones, sus verdades y también sus mentiras) reflejara y fuera testimonio de la compleja actualidad que vivimos. Como en una biblioteca especializada se recogerían testimonios locales, nacionales e internacionales; narrativa, poesía o ensayo; historia y ficción. Una colección de argumentos que acaso lleguen a cerrarse como relatos diferentes, acaso como capítulos de una novela de la Granada actual.

MELODRAMA. LO EXCESIVO EN LA IMAGINACIÓN POSMODERNA

El melodrama adquirió sus características específicas a finales del siglo XVIII. La monarquía francesa había otorgado patentes reales solamente a algunos teatros oficiales, siendo éstos los únicos que podrían representar obras con textos verbales. Los teatros restantes, más próximos a la burguesía y al proletariado emergentes que a la aristocracia, tenían prohibido hacer uso de la palabra, de modo que comenzaron a servirse de recursos como la exageración de los gestos y la abundancia de melodías y efectos especiales, cristalizando así un nuevo lenguaje escénico. Tras la Revolución el veto se levantó, pero los nuevos usos dramáticos habían tenido tanto éxito que su estética del exceso ya no se abandonó.

Esta estética fue después adoptada por la industria cinematográfica. La estrategia de la exageración fue adaptada por el nuevo sistema audiovisual y contribuyó a crear un universo formal fácilmente accesible para las masas. La imaginación melodramática había encontrado su lugar propio, aunque a costa de cargar con el estigma del mal gusto. Ahora bien, desde que la distinción entre buen y mal gusto empezó a desmoronarse con posmodernidad, lo melodramático ha vuelto a explotarse por numerosos artistas, que exploran sus procedimientos característicos para expresarse de manera excesiva.

Melodrama es una exposición que recoge esta actitud. Participan en ella 34 artistas que trabajan en distintos campos de la creación. No todos son melodramáticos por elección, intención o juicio. Pero todos reconocen las posibilidades del género, y, sea por simpatía o por un proceso crítico, utilizan a propósito técnicas melodramáticas para conseguir sus fines.

GUERRERO-CAMPANO: ROJO DE CADMIO NUNCA MUERE

Rojo de cadmio(n) nunca muere llegó a manos de Miguel Ángel Campano en un sobre, procedente de Barcelona, con una carta manuscrita. Aquel graffiti sobre papel amarillo había escapado a todos los intentos de reunir y clasificar los escritos completos de José Guerrero en el archivo que lleva su nombre y que su familia entregó generosamente para su custodia y estudio a la Diputación de Granada. No sabemos el tiempo que esta metáfora guerreriana sobre la amistad (el rojo de cadmio es el más duradero y estable entre los colores) había permanecido olvidada en la casa de su hija Lisa, en un cajón. Pero sí es seguro que el destino al que viajó (Miguel Ángel Campano, Sóller) la sacaría de su letargo para convertirla en la auténtica guía de esta exposición.

GUERRERO DE KOONING. LA SABIDURÍA DEL COLOR

El Centro José Guerrero presenta su primera exposición temporal; Guerrero-de Kooning. La sabiduría del color está centrada en el diálogo entre la última obra de estos dos artistas europeos para los que Nueva York supuso el eslabón más importante en el desarrollo de su carrera artística. María de Corral, la comisaria de la muestra, lleva hasta un espacio público dos formas de expresión completamente distintas, pero que tienen en común el juego infinito de la pintura como pintura, la manifestación del proceso como forma de existencia, esa compleja y ambigua experiencia del hombre, del artista frente a sí mismo.

De Guerrero y de Kooning siempre se ha dicho que su arte era el resultado de mezclar el modelo europeo de la pintura con la gestualidad del lenguaje pictórico neoyorkino. Y quizás por eso su obras se han distinguido por su singularidad, por esa capacidad de libertad expresiva que siempre manifestaron. El color tiene en los dos una entidad propia, una vida y un valor que sólo se puede alcanzar con su conocimiento. Sus obras apelan a la emoción antes que al entendimiento, a nuestra piel antes que a nuestros ojos, a la sensualidad de la pintura antes que a su análisis. Pero aún así sabemos que aunque la abstracción descansa en la percepción, reside en el pensamiento. Ambos artistas ganaron la batalla de la pintura contra la forma y, conforme su edad avanzaba, su pintura se volvía más expansiva y radical. Guerrero y de Kooning son dos artistas que siempre han aceptado el arte de la pintura como es y siempre ha sido, sin intentar transformarlo, sin darle un rol ilustrativo o iconográfico al servicio de temas políticos o sociológicos.