Variaciones de una línea da título a una indagación en los orígenes, modos y procesos creativos de Soledad Sevilla entre los años 1966 y 1986; no es la primera vez que su llamado periodo geométrico se analiza en una muestra, pero sí lo es su estudio monográfico. Aunque su afán investigador ha llevado a la artista a reinventarse continuamente, fue en aquella época cuando estableció una manera de afrontar y de entender la práctica artística que es aún patente en su trabajo actual. Si bien estas obras se inscriben aún dentro de la abstracción geométrica, ya se conjugan con el elemento poético y emocional, dualidad que anuncia la coexistencia de polos opuestos tan característica del trabajo de Sevilla: lo estático y lo móvil, lo efímero y lo permanente, la luz y la oscuridad, lo real y lo ficticio, la figuración y la abstracción.